martes, 17 de septiembre de 2013

UN GRITO EN LA OSCURIDAD (Ale)


Puso un banco sobre la silla para alcanzar la viga en el techo. Tuvo que estirarse en puntas de pie para poder colgar la cuerda. Le transpiraban las manos al enlazarla. Sin embargo, los nudos le quedaron perfectos.
Bajó y se sentó en la cama. Agachó la cabeza recordando. Nervioso, se restregó las manos.
Aquellos ojos oscuros y profundos le sonreían aún. Aquella dulce voz, todavía sonaba en sus oídos.
De un brinco se puso de pie, eliminando así todo pensamiento. Frotó sus manos en los bolsillos traseros del jeans. Hacía calor. Se quitó las zapatillas. De niño le gustaba caminar descalzo, gozaba.
Volvió a subirse a la silla. Metió la cabeza por el ojo de la cuerda anudada. Era áspera y rugosa. Sintió de pronto un escalofrío. Miró el techo de zinc tratando de encontrar algún agujerito en la chapa que dejara al descubierto un resquicio del cielo, pero solo pudo ver las telas de araña luciendo su poder sobre las alturas.
Cerró los ojos y toda su vida se volvió un grito sordo en la oscuridad. En un balanceo absurdo, sus pies como péndulos, habían marcado el último suspiro.-


Este minicuento fue publicado en la Revista LAPICEA de la Asociación Cultural Amigos de Santa Amalia, en Badajoz, España, en la edición de Diciembre de 2010.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario