En esta hora en que las pálidas
Sombras se solidifican
como fugitivos velos del día
Y toman cuerpo los fantasmas
Que acechantes huyen de la luz,
En esta hora de vaguedades,
De fútiles inconsistencias,
De íntimas y furtivas impresiciones
Como alma que expía su pena...
Para penas del alma mía
A esas horas… apareces… tú
Atrevida y voraz invasora
de mi aturdida inconsciencia
que la placida calma del sueño
arrobas, con tu insana presencia
tú que perturbas mi calma
Mil veces maldigo tu recuerdo
sí... lo maldigo con tu nombre.
Mil veces te maldigo por ser mi cruz
Qué no daría yo... por desterrarte
Que no daría yo... por arrancarte
Enterita, como planta, de raíz
Y no saber más nada, ni nunca, de ti...
Me atrevería a quitarme la vida
Por tan solo, no recordarte
Y olvidarme totalmente de ti
Más, no lo hago porque la duda
Me asalta y quizás en el mas allá
como castigo me atormentes tú...
Un poema precioso con una rebeldía profunda contra lo que no se puede: el recuerdo y la presencia de un gran amor. ¡Excelente!Un abrazo.
ResponderEliminarExcelente!!
ResponderEliminarCuando ahondan los recuerdos en el alma ¡qué difícil es apartarse de ellos! Solo su mera presencia invade nuestro pensamiento, pero hay que vivir, hay que amar y seguir amando.
ResponderEliminarUn poema sincero, rebelde y profundo por el sentimiento imborrable que encierra en sus versos.
Gracias por tu visita Ale. Un abrazo poeta. Juan.